Carlos Duguech - Analista internacional

Un espejo en el que nos autocomplacíamos mirándonos- era casi un sólo espejo, Europa, sigue siendo el lugar donde encontramos algunos hilos, algunas raicillas, de la mayor parte de las raíces del torrente inmigratorio que propiciaron las leyes del país. Y, particularmente, desde ese muy generoso y casi exclusivo preámbulo de nuestra Constitución:”…y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”.

La Europa de los imperios y sus movedizas fronteras y del sistema variado de las monarquías que ensamblaban en la cúspide a reyes y reinas de diversos orígenes. A veces por matrimonios diseñados, orquestados y consolidados en internas del poder en las sombras o tras amables tules de distracción. Se fueron diagramando y disolviendo, mayoritariamente, en el primer tercio del Siglo XX. Conformaciones diversas, fueron. Desembocaron, finalmente, en naciones independientes, aunque casi todo fue por la vía violenta de conquistas y de represalias. La “Gran guerra” -devenida luego de la IIGM (1939-1945) en “primera guerra mundial”, puso a Europa en la vidriera más espantosa. La que abrió un tajo hondo en el continente europeo a la vez que disolvía el Imperio Otomano dibujando fronteras a mano alzada en el “Cercano Oriente”. Y dando nacimiento a reinados espontáneos repartiéndose “colonias” con la Sociedad de las Naciones con un sistema ingenioso (pero de estructura maleable): el de los “Mandatos”. Para Francia, Líbano y Siria. Para Gran Bretaña, Palestina. Todo en el marco del acuerdo secreto “Sykes Picot” (Gran Bretaña-Francia, mayo de 2016, todavía en guerra+).

Esa Europa, ese “espejo” nuestro, tiene un rostro que desfigura aquel que nos place cuando ejercemos de turistas. Un rostro trágico y grotesco que comenzó en los albores del siglo XX y se extendió desde 1914 a 1918 involucrando en la “Gran Guerra” a Alemania, Austria-Hungría y Turquía. Los “aliados” de entonces fueron Gran Bretaña, Francia, Italia, Rusia, Japón y Estados Unidos. En cuatro años de esta contienda las cifras más consentidas por los historiadores y analistas referidas a las víctimas mortales es de 10 millones de militares, entre 6 y 13 millones de civiles, a los que se suman unos 6 millones de desaparecidos que se estiman como fallecidos. Fue una guerra caracterizada por el empleo del sistema de trincheras, ese cara a cara -y con bayonetas- de los combatientes. Y que sólo los anima a cada cual, más que a matar al otro, cuidar de salir con vida del enfrentamiento. Una tragedia personalísima del soldado. Se comprende, sin demasiadas explicaciones, el tenor de los traumas pos bélico de unos y otros. Particularmente de los sobrevivían en este tipo de guerra de trincheras. Muchos de ellos con huellas en sus mutilados cuerpos y en su integridad emocional. Una herencia horrorosa. El armisticio del 11 de noviembre de 1918 sembró- sin que se dieran cuenta los “exitosos” protagonistas (los Aliados) que vencían al Imperio Alemán- lo que no pocos historiadores asumen como la semilla con potencial germinativo. La humillación alemana por obligarle a una rendición total con entrega de sus armas y disolución de sus sistemas bélicos de aire, tierra y mar y pagos de indemnizaciones de guerra. Se suscribió el armisticio celebrado en un vagón del ferrocarril en Compiègne (Francia). Hitler, cuando Alemania invade Francia, del gobierno del mariscal Petain que se rindió a sus fuerzas, decide una “venganza” histórica: ordena que el armisticio se firme el 22 de junio de 1940, en el mismo bosque de Compiègne y en el mismo vagón del armisticio de 1918. Luego lo traslada a Berlín y se exhibe con orgullo de vencedores. Transitorio, por cierto, hasta el colapso de la Alemania nazi que se rinde el 7 de mayo de 1945.

En medio siglo XX

Dos guerras mundiales instalan sobre la primera mitad del Siglo XX las páginas más horrorosas de la historia de la civilización humana. Incluido el Holocausto, expresión de una maldad organizada hasta el detalle desde un régimen de gobierno de una naturaleza incompatible con la evolución humana. Las victimas sumadas de las dos guerras mundiales nos llevan a cifras de magnitudes imposibles de imaginar por la mente humana. ¿Cómo tener idea de cuántos son cien millones de personas muertas? Una regla mnemotécnica nos auxilia: ¡El equivalente a las poblaciones conjuntas de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia! Todas muertas en cuatro años de guerra. En la Europa-espejo en la que nos miramos, desde casi siempre. Y más particularmente los argentinos.

¿Y la Europa de la UE?

El intento -concretado finalmente- de la Unión Europea (UE) que hace pie en el tratado de Maastricht (7 de febrero de 1992) y en vigor desde el 1 de noviembre de 1993 y con algunas modificaciones en 1977, en 2007 y 2008

Los 27 miembros actuales de la UE cuyos ciudadanos circulan libremente por los países que la integran con sus pasaportes de la UE, hoy advierten que sus países se transformaron en receptores de inmigrantes voluntarios y de otros venidos huyendo de países inestables donde las violencias de las guerras de todo tipo hasta las de raigambre confesional, particularmente islámica los expulsaron.

Logros de la UE

La moneda única pudo establecerse en razón de las rígidas exigencias para los países integrantes en cuanto al diseño y ejecución de sus respectivas economías y políticas monetarias y sus grados de endeudamiento entre otros condicionantes. Y hasta el de la inflación. Claro que el “Brexit”, la salida del Reino Unido (inicio de 2020)acordada una excepción que pinta de cuerpo entero a los británicos.

Defensa en la UE

Independientemente de que muchos de los países que integran la UE forman parte de la OTAN, en ésta los integrantes se someten a los lineamientos del sistema con exigencias que no siempre -desde el inicio- pudieron ser satisfechas por los países que pretendían ingresar. Ahora están interesados siete más.

ONU y UE

Todos los países que integran la UE son miembros de la ONU. La diferencia –notable, si las hay- es que el sistema de la UE es complejo, abarcativo, exigente y genera obligaciones y beneficios al país asociado. Además de los diseños satélites como el Parlamento Europeo que es mucho más en términos de poder y representación que la propia Asamblea General de la ONU. En la UE no existe el veto como en la ONU, en su increíble cuerpo deliberativo y sancionador (Consejo de Seguridad). Menos sancionador para sus poderosos cinco integrantes permanentes desde el tiempo fundacional (1945).

Dos problemas

Si bien la UE contribuye en gran forma con asistencia a Ucrania, Macròn, el presidente francés no cesa en su propuesta de apoyar con tropas. Gravísimo riesgo como miembro que es Francia de la OTAN. Compromete a toda la organización defensiva. Y a la UE. El otro problema, es Trump en la Casa Blanca. Habrá, se supone -desde la mismísima UE- una “guerra de aranceles” que, aunque sin proyectiles, puede herir de muerte la economía europea.